El marco de las MPpAs impulsa la implementación operacional del concepto, utilizando metodologías estandarizadas para generar un cambio positivo y mejorar la protección de recursos. Su objetivo es permitir beneficios sociales, económicos y culturales incrementales para las personas a través de una protección marina mejorada.
Esta estrategia es crucial para asegurar los fondos e inversiones necesarios a largo plazo y para toda la red, involucrando a stakeholders centrados en el financiamiento. Es el pilar más desafiante, pero esencial para garantizar que las intervenciones puedan implementarse y sostenerse.
El enfoque es movilizar a la comunidad y a los actores clave para definir de manera colaborativa la prosperidad y codiseñar estrategias para el uso sostenible de los recursos marinos.
El objetivo es establecer los bloques de construcción esenciales, incluyendo la inversión en capacitación para los miembros de la comunidad (liderazgo), el desarrollo de sistemas de gobernanza y la creación de la infraestructura física.
Esta fase asegura la implementación efectiva de un marco de gestión colaborativa y adaptativa. Esto se logra a través de la aplicación rigurosa de las regulaciones de conservación y el seguimiento continuo de indicadores ecológicos y socioeconómicos.
La recuperación total del ecosistema tarda años en manifestarse y la idea de que la protección de las AMP por sí sola fomentará el bienestar humano es frecuentemente contradicha por la evidencia socioeconómica.
El marco de las Áreas de Prosperidad Marina (MPpAs) se articula en torno a nueve Pilares de Intervención (puntos de apoyo) que facilitan el cambio socioeconómico alineado con los resultados de la conservación ecológica.
Involucramiento activo y significativo de las comunidades locales en todas las etapas de diseño, implementación y evaluación de las acciones dentro de un Área de Prosperidad Marina. Implica reconocer sus derechos, conocimientos tradicionales y prioridades, asegurando que las decisiones reflejen sus intereses y promuevan su empoderamiento.
Condición en la que las personas y comunidades alcanzan niveles sostenibles de seguridad económica, salud, educación y cohesión social, en equilibrio con la conservación de los ecosistemas marinos. En el contexto de las Áreas de Prosperidad Marina, el bienestar social se entiende como un resultado directo de la restauración ecológica y la creación de oportunidades económicas justas.
Vínculos de colaboración entre sectores —comunidades, academia, gobierno, organizaciones civiles y sector privado— que se establecen con objetivos comunes para potenciar capacidades, compartir recursos y generar impactos medibles en conservación y desarrollo sostenible.
Capacidad de individuos, comunidades u organizaciones para guiar, inspirar y coordinar acciones que protejan la biodiversidad marina y costera, promoviendo soluciones basadas en ciencia, equidad y participación local. El liderazgo en conservación impulsa cambios positivos desde lo local hacia lo regional.
Sistema de toma de decisiones transparente, inclusivo y basado en la rendición de cuentas, que define claramente responsabilidades, mecanismos de coordinación y marcos legales o normativos que garantizan la sostenibilidad de las acciones en el tiempo.
Conjunto de mecanismos financieros que aseguran recursos a largo plazo para la operación, monitoreo y fortalecimiento de las APMs. Incluye fuentes diversas como fondos públicos, inversiones privadas, mecanismos de compensación ambiental o ingresos derivados de actividades económicas sostenibles.
Modelo de administración compartida donde diferentes actores, incluidas las comunidades, participan en la planificación, implementación y evaluación de estrategias, reconociendo que la corresponsabilidad mejora la efectividad y la legitimidad de las decisiones.
Capacidad de traducir los planes estratégicos en acciones concretas con resultados verificables. Requiere coordinación interinstitucional, cumplimiento de metas, uso eficiente de recursos y adaptación continua ante nuevos retos o aprendizajes.
Proceso sistemático y permanente de recopilación y análisis de datos ecológicos, sociales y económicos que permite evaluar el progreso hacia los objetivos del área, ajustar estrategias y garantizar transparencia y aprendizaje colectivo a lo largo del tiempo.
Alinear la restauración ecológica con el bienestar humano requiere un enfoque sistémico que actúe sobre los puntos de influencia, o Pilares de Intervención, que son cruciales para la sostenibilidad a largo plazo de los ecosistemas marinos y la prosperidad socioeconómica.
La verdadera prosperidad humana depende de la satisfacción de las necesidades básicas de las personas (alimento, agua, vivienda, comunidad), la educación y la proliferación de conocimientos que fomentan un sólido sentido compartido de gestión ambiental y simbiosis. La prosperidad puede rastrearse y medirse utilizando marcos existentes que incluyen diversas dimensiones del bienestar humano, definidas como los ámbitos económico, sanitario, político, educativo, de capital social y cultural.
La Recuperación de la Vida Marina se logra mediante etapas progresivas, comenzando con una recuperación mínima, donde las especies y los ecosistemas comienzan a recuperarse, pasando de una recuperación parcial a una recuperación moderada, y finalmente alcanzando la recuperación ecológica y la resiliencia completas.
El concepto de puntos críticos de biodiversidad ha guiado desde hace tiempo la planificación de la conservación espacial. Si bien muchas áreas marinas protegidas (AMP) se superponen con puntos críticos ecológicos, a menudo enfrentan resistencia al ignorar los medios de vida existentes.
LA ECUACIÓN
RESULTADO: DETECCIÓN PUNTOS AZULES